LOS NUEVOS TACOS RUTINARIOS

LOS NUEVOS TACOS RUTINARIOS 


Maria Clara no tiene muchos amigos, no sale muy seguido y su mayor pasatiempo es escuchar música nueva en diferentes plataformas de streaming. Pero un día normal en la vida de Maria Clara, trasciende entre su estudio, su casa y caminar en el parque del virrey con Bruno su perro, ella se arma de sus audífonos, una buena chaqueta y sale a caminar durante media hora aproximadamente. En medio de sus momentos de soledad, ella no ve a su alrededor, ella no critica a las personas en su entorno, solo escucha los beats en sus oídos y piensa en lo increíble que se sienten los sonidos en su cuerpo. 
En el exterior solamente se ve una figura esbelta, seria, recta y de mirada enfocada en un perro y en cumplir un tiempo de recorrido, no se ve un disfrute o un afán por apresurar el tiempo, precisamente esto es lo que logra captar la atención de David, alguien que hace ejercicio todas las noches en el mismo parque pero que a diferencia de Maria Clara, él si se enfoca en su entorno para pasar el tiempo en el parque. En esos momentos ya había notado la presencia de esta joven, noche tras noche sus rutinas se cruzaban en los mismos horarios, así que una noche cualquiera, lleno de valor, David decide empezar una conversación.
Se cruzan en un camino y él decidió detenerla, le toma un hombro y ella solo decide desconectarse de un audífono, lo mira fijamente como preguntándole con la mirada, el por qué la detiene, él sonríe y le dice: “Hola, soy David”… Ella lo mira y un poco sorprendida le dice: “Cuéntame qué necesitas?”, él sonríe y le dice que solo quiere conocerla, que la ha visto varias veces y se atrevió a hablarle. Maria Clara tiene 21 años, no es muy extrovertida y hasta este momento no ha tenido una relación seria, entonces ese momento de coqueteo no lo ha vivido anteriormente, o al menos no con tanta naturalidad.
Después de intercambiar unas sonrisas y palabras, él decide invitarla un café, pero por ser las 7  de la noche aproximadamente, Maria Clara le dice que ya es hora de comer, que mejor dejara para otro día el hacer algo, pero a David se le ocurre que pueden aprovechar y comer algo, que él quiere compartir más con ella y quiere invitarle algo esa misma noche. Ella aún más avergonzada y sin saber que decir acepta la invitación, entre sonrisas e indecisiones. David es un joven de 27 años, que vive cerca al parque y trabaja cerca también, entonces le sugiere uno de sus sitios favoritos de tacos, se llama RENATA TACOS, muy cerca de la zona del parque.
Ambos llegan, en compañía de Bruno, y ella no sabe cómo pedir o que reacción va a tener en el momento en que el pague la cuenta, se sentía avergonzada. Hablan de sus familias, de sus profesiones, claro que más palabras decía David, pero en medio de toda la multitud, como es costumbre para Maria Clara, ella solo centra la atención en una cosa, en él. Su sonrisa, espontánea pero tímida, su forma de querer explicarle todo con detalles, pero interesado en lo que ella dice, se vuelven algo nuevo y fascinante para ella. En el momento de ordenar, ella ni siquiera había visto el menú, no sabía cómo o qué pedir. Lo mira y le dice que le sugiera algo, que ella comerá lo que él pida constantemente, para conocerlo mejor.
David no balbucea ni un segundo y pide tres tipos de tacos, cada uno con combinaciones diferentes y toques de salsas que generen experiencias para Maria Clara, era la personificación de su esencia en tres tipos de tacos diferentes. Él le pregunta con que quiere acompañarlos, y ella pide un té, pero él le propone agua de Jamaica y ella sin haberla probado antes acepta. La ansiedad para esta joven por probar sabores nuevos, en un lugar nuevo, con un desconocido, parecía surreal, su vida estaba cambiando en una noche y eso la emocionaba cada minuto más. 
Al sentarse en el lugar, ella asombrada por la simplicidad del local, su decoración, sus luces, todo era algo que no salía de un contexto de frutería o de cevichera de barrio, pero sus colores, azul y blanco, sus afiches, su olor fresco y la amabilidad de la gente, cautivaron el momento perfecto, pues nada llamaba más la atención que la compañía y la comida, la cual se la sirvieron en poco tiempo. Los tacos llegaron en bandejas de plástico rojas, servidos a velocidad pero sin necesidad de presentaciones emplatadas, ni mucho menos decoraciones extravagantes, estaban ahí con sus carnes puestas sobre las frescas tortilas, cebollas, y perejiles, los bien espesos frijoles como acompañantes, las berenjenas y los quesos tostados, fueron todo un conjunto de experiencias visuales y serían un conector mágico en el momento de probarlos.
David le explicó cada uno, los cuales armó al gusto de él, para describir con claridad cómo sería cada experiencia al probarlos, comenzó con el que tenía picante y carne al pastor, su expresión al probarlo fue de absoluto placer, se derramo un poco de jugos sobre la bandeja y Maria Clara no sabía cómo tomar el de ella, así que él viéndola un poco atareada, tomó una servilleta y se lo sirvió, ella lo recibe y ese primer mordisco, fue un momento de beats en su boca, de subidas y bajadas de sabores, en donde el fuerte sabor pero sutil placer al mezclarlo, la invadió por completo. Sus mejillas se sonrojaron y su nariz se descongelo, las risas y miradas fueron espontáneas y el, siendo caballero, le alcanzó unas servilletas en el momento perfecto. 
David aclara que la idea de los otros dos es bajar un poco el sabor fuerte del primero, así que tomo el segundo y le mostró que las berenjenas y endulzante de una salsa especial, serian el complemento perfecto, lo probó y nuevamente sus expresiones fueron de un placer que causaba curiosidad para Maria Clara. Ella ya experimentada en cómo sostener el taco, lo probó y un sabor dulce, gelatinoso y al mismo tiempo cremoso, invadió su gusto, ayudaba un poco al calor del taco anterior y su docilidad la llenaron de sabor.
El tercer taco fue un momento de pausa para David, le agradeció a ella por estar ahí y tomarse el tiempo para la invitación, pero le dijo que le prometiera que la próxima vez que salieran a comer irían al lugar favorito de ella, donde su rutina fuera normal y ella comiera a menudo, así no fuera un lugar gourmet, al igual que él, quería ver donde se desarrollaba su entorno. Ella se sorprendió y bajo la mirada, aterrada porque no sabía cómo contarle que ella no salía, no conocía más lugares que su casa y su familia, no sabía cómo contarle el por qué su vida no tenía cosas nuevas, pues su historia nadie la sabía. Tomó un trago de agua de Jamaica y el sabor dulce, frío y seco, la llenó de valor para decirle, “mi lugar favorito es este, y mi rutina quisiera que fueras tu”. 
David sorprendido y un poco serio la mira y ve su sinceridad, pero también nostalgia en el momento de decirlo, así que le sonríe, da un mordisco al tercer taco y no hace cara de placer, ni afirma su decisión como con los anteriores, solo pasa y le pide que lo pruebe con un gesto. Ella sin saber que esperar, lo prueba y el queso tostado, el pollo agridulce y la piña en trozos, causan un punto intermedio de sentimientos, se disparan curiosidades de sabores, ella se le ocurre miles de combinaciones y el solo sonríe y le dice “no te preocupes, vendrán más noches de paseos con Bruno, más rutinas de ejercicio y más tacos nuevos que tu misma inventaras”.

D.A. 20/12/2019

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